48. BARES
(emitido en Punto Radio -93.0 FM -Protagonistas Sevilla, el sábado 26 de mayo de 2007)
Muy buenas y suculentas tardes. Con la llegada del buen tiempo, los bares de nuestra ciudad se pueblan de veladores, así que hoy estamos dispuestos a levantar el apetito con nuestro paseo semanal, o tal vez quitárselo, según se mire, porque vamos a iniciar un paseo crítico por la hostelería hispalense.
Dejemos a un lado la equiparación de un euro con cien pesetas, que en pocos años acabó imponiéndose. Pero aún con este robo, no han conseguido acabar con nuestras costumbres: en mayo, en Sevilla, florecen las plantas, renace la alergia y ocupamos los veladores de la institución patria hispalense: los bares.
Para comenzar, y ya que no me dejan inspeccionar la cocina, al llegar a un bar, lo primero que hago es entrar en los servicios. Afortunadamente, hemos mejorado mucho en higiene en los últimos tiempos.
Me sigue llamando la atención que admitamos cierto extraño tipismo consistente en no tener carta de tapas. Por muy supuestamente gracioso que resulte escuchar de viva voz la lista de tapas del lugar, costumbre en retroceso, nada justifica no contar, a su vez, con una carta con sus precios actualizados, ni ocultar éstos con micropegatinas en temporada alta.
Ésta también es una costumbre preocupante: reducir la calidad con la excusa de hacer el agosto; en Sevilla, más bien, el abril. Casos prácticos: mesón en la calle San Esteban, famoso por sus migas con chorizo, y trocitos de panceta. Semana Santa, y siendo cliente habitual, pido una ración de las mismas, y allí que me estampan las increíbles migas de pan seco con tropezones de pan seco, y la excusa de que es Semana Santa.
Mas casos: abacería remozada en la Puerta Osario; pedimos unos montaditos de chorizo picante y roquefor, y nos los sirven en frío, porque es temporada alta, y no pueden poner la plancha, como usted comprenderá. Pues no, ni comprendo ni pago, si no se me advierte del detalle, como tampoco hubiera comido un plato de lentejas frías.
Otra costumbre muy arraigada: mantener el mismo precio y reducir la cantidad, es engañar al cliente. Ejemplo: bodegón conocido por sus huevos estrellados con jamón: tres veces menos cantidad que hace un año en los platos, y raciones que pasarían por tapas en otros sitios. Lo mismo sucede con la reciente moda de servir tapas de ensaladilla con artilugios de helados: te plantan dos bolas de ensaladilla sin cucurucho y diez mil picos.
Igual que en el mundo de la moda se están unificando las tallas para crear un estándar, sugiero, que se defina por ley cuántos gramos puede ser considerada algo como tapa, media ración o ración, y así todos sepamos a qué atenernos.
Por otra parte, que no se olvide que Sevilla vive del turismo y los servicios. Con tal cantidad de bares que hay en la ciudad, el mesonero a veces olvida que el cliente siempre tiene la razón, y además paga. Y añado que si no se cuida a la clientela, ésta se acaba perdiendo.
(emitido en Punto Radio -93.0 FM -Protagonistas Sevilla, el sábado 26 de mayo de 2007)
Muy buenas y suculentas tardes. Con la llegada del buen tiempo, los bares de nuestra ciudad se pueblan de veladores, así que hoy estamos dispuestos a levantar el apetito con nuestro paseo semanal, o tal vez quitárselo, según se mire, porque vamos a iniciar un paseo crítico por la hostelería hispalense.
Dejemos a un lado la equiparación de un euro con cien pesetas, que en pocos años acabó imponiéndose. Pero aún con este robo, no han conseguido acabar con nuestras costumbres: en mayo, en Sevilla, florecen las plantas, renace la alergia y ocupamos los veladores de la institución patria hispalense: los bares.
Para comenzar, y ya que no me dejan inspeccionar la cocina, al llegar a un bar, lo primero que hago es entrar en los servicios. Afortunadamente, hemos mejorado mucho en higiene en los últimos tiempos.
Me sigue llamando la atención que admitamos cierto extraño tipismo consistente en no tener carta de tapas. Por muy supuestamente gracioso que resulte escuchar de viva voz la lista de tapas del lugar, costumbre en retroceso, nada justifica no contar, a su vez, con una carta con sus precios actualizados, ni ocultar éstos con micropegatinas en temporada alta.
Ésta también es una costumbre preocupante: reducir la calidad con la excusa de hacer el agosto; en Sevilla, más bien, el abril. Casos prácticos: mesón en la calle San Esteban, famoso por sus migas con chorizo, y trocitos de panceta. Semana Santa, y siendo cliente habitual, pido una ración de las mismas, y allí que me estampan las increíbles migas de pan seco con tropezones de pan seco, y la excusa de que es Semana Santa.
Mas casos: abacería remozada en la Puerta Osario; pedimos unos montaditos de chorizo picante y roquefor, y nos los sirven en frío, porque es temporada alta, y no pueden poner la plancha, como usted comprenderá. Pues no, ni comprendo ni pago, si no se me advierte del detalle, como tampoco hubiera comido un plato de lentejas frías.
Otra costumbre muy arraigada: mantener el mismo precio y reducir la cantidad, es engañar al cliente. Ejemplo: bodegón conocido por sus huevos estrellados con jamón: tres veces menos cantidad que hace un año en los platos, y raciones que pasarían por tapas en otros sitios. Lo mismo sucede con la reciente moda de servir tapas de ensaladilla con artilugios de helados: te plantan dos bolas de ensaladilla sin cucurucho y diez mil picos.
Igual que en el mundo de la moda se están unificando las tallas para crear un estándar, sugiero, que se defina por ley cuántos gramos puede ser considerada algo como tapa, media ración o ración, y así todos sepamos a qué atenernos.
Por otra parte, que no se olvide que Sevilla vive del turismo y los servicios. Con tal cantidad de bares que hay en la ciudad, el mesonero a veces olvida que el cliente siempre tiene la razón, y además paga. Y añado que si no se cuida a la clientela, ésta se acaba perdiendo.
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