50. CINCUENTA CAMINOS
(emitido en Punto Radio -93.0 FM- , en Protagonistas Sevilla el sábado 9 de junio de 2007)
Muy buenas tardes. Hoy pretendemos que nuestro paseo semanal por Sevilla con ojos críticos y mocasines listos para callejear, sea distinto. Ningún paisaje urbano es completo sin sus gentes, con lo que ahora nos disponemos a rendir homenaje a todas aquellas personas y seres que de algún modo me han ayudado a hacer esta crónica semanal.
Y los primeros, por supuesto, ustedes, radioyentes que me están escuchando en este rincón de Punto Radio Sevilla casi todos los sábados desde hace dos años. Y muy especialmente, a la seguidora más fiel: mi madre.
De un modo u otro, quiero dar las gracias: al quiosquero de Luis Montoto, por su profesional malhumor, al vendedor de chucherías del puestecillo de las Naciones, donde fuimos a conocer al chaval que se subió en un árbol para detener una poda salvaje, a la nieta de don Aníbal González, que con tanta amabilidad nos contó detalles de la mansión de su abuelo, a la señora del abrigo de conejo del Teatro de la Maestranza, por arruinarme un concierto con sus carraspeos y toses.
Al cámara chulo del Festival de cine europeo, a los ecuatorianos y magrebíes que me inspiraron una crónica en la calle Doctor Fedriani, al fumador de porros de los veladores del bar de la calle Levíes, por su estupidez, a don Alfredo Sánchez Monteseirín, por ser el protagonista de tantas historias, por sus acciones y omisiones.
A los árboles de Sevilla, por darnos vida y alegría, y aguantar tanto mamarracho que les pega carteles, a los patos de la Isleta de los Pájaros de parque de María Luisa, por lo que tuvieron que soportar para que les limpiaran su estanque y los devolvieran a casa. Gracias también a ese dueño anónimo de perro, por tantos excrementos caninos como pisaron las suelas de mis zapatos en mis paseos buscando crónicas urbanas, y encima, ni me toca el reintegro en los cupones.
Al camarero costalero del bar Antiguas Piletas, a los ojos de la morena de la última feria, al caballero del cuello estirado en el carruaje de alquiler; a los bustos de Sevilla, incluido el de Lopera, a cierto bar de Bami, por sus tostadas con gérmenes, al mercado de Triana, por sus gentes. A los ocupas, por su ejemplar ahorro de energía, en concreto, cuando se trata de trabajar, a la rancia nobleza de mi ciudad, por oler tan mal; a mi cuñado, por el arte de salir a correr con la camiseta del Betis por el río cuando llegaba la expedición del Sevilla en catamarán. A los libreros y editores de la Feria del libro, sobre todo, a los del stand en que me dejaron firmar libros, a los tertulianos de cualquier bar de barrio, y un agradecimiento especial a Ricard, César, y todos los técnicos de sonido de esta emisora, por su absoluta profesionalidad, a J.M. García Bautista y sus fantasmas, por pisarme los talones.
Finalmente, muchas gracias a Fernando García Haldón, por confiar todas estas semanas en mis crónicas personales sobre una Sevilla no tópica, para descubrir a ritmo de tranquilo y reflexivo paseo. Y concluyo: toda esta parrafada viene a cuento porque hoy estamos de celebraciones: éste es mi Caminante número cincuenta. Si me aguantan, yo pienso seguir. Ya queda menos para mi crónica número diez mil. Hasta el próximo sábado.
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