domingo, 3 de junio de 2007


35. CALLES DE DOLOR

(emitido en Punto Radio -93.0- Protagonistas Sevilla el sábado 3 de febrero de 2007)


Buenas tardes, hoy iniciamos un paseo interior por los rincones del dolor en Sevilla. Por mucha belleza que albergue el Barrio de Santa Cruz, al pisar la calle Don Remondo un escalofrío de rabia nos helará la sangre al recordar cómo dos tiros en la nuca acabaron con la vida de Alberto Jiménez Becerril y su esposa Ascensión hace ocho años.
Todos los pacientes que acudían cada mañana a la consulta del doctor Muñoz Cariñanos, tampoco olvidarán jamás ese día de octubre en que otros salvajes lo asesinaron. Son los mismos de siempre, aquellos que amputaron con una carta bomba la mano de una secretaria que trabajaba en la Expo 92, los que planeaban volar la comisaría de la Gavidia o la Delegación Territorial de Hacienda.
Y este sentido homenaje en nuestra macabra cuota local de la barbarie que sufrimos todos los españoles, viene a colación con la rabia que siento al escuchar a mi amiga Daniela. Ella es una muchacha ecuatoriana de mirada huidiza, por timidez y exquisita educación, que trabaja cuidando a una señora mayor que reside en mi calle, y que comienza a tener los primeros síntomas de ese terrible mal del olvido llamado Alzheimer.
Daniela soporta con estoicismo pasear por Eduardo Dato a su señora, ésta siempre de mal humor, sentada en su silla de ruedas.
-Buenas tardes, Daniela, ¿qué tal se encuentra su señora?
-Pues ya ve, hoy hemos invertido las tornas: ella está contenta y yo me encuentro
muy triste.
Mi amiga no tardó en contarme lo que le pasaba: aún colea el brutal atentado contra la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Las dos víctimas eran compatriotas suyos.
-¿Por qué no se unen ustedes, por favor? Yo no quiero pensar en que nomás sea porque los muertos son de mi país, y no del suyo, porque los que aquí nos ganamos la vida nos consideramos españoles.
Y qué le podría decir yo, cómo convencerla de que se equivoca, de que finalmente se producirá la unión de todos los partidos contra el terrorismo, de que el principal partido de la oposición no ha perdido completamente el norte en su lucha por desgastar al gobierno.
Ayudo a Daniela a conducir el carro de su señora por el difícil acerado de la Avenida Eduardo Dato. Mi amiga prosigue con sus quejas.
-Ve usted, nosotros nos llevamos muy mal con los norteamericanos, pero ellos en situaciones así reaccionan todos a una.
Dejo a mi amiga, me despido de ella con un espeso silencio, regreso a casa en el recuerdo de esos rincones de dolor. Y aún con todo, nos queda la esperanza. No renunciemos nunca a ella.

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